lunes, 24 de mayo de 2010

Discurso del Acto por el Bicentenario de la Patria, por Claudio Famelli.

Hoy nos reúne una causa común. Nos convoca un mismo espíritu festivo, porque hace doscientos años sucedía el primer acto político de construcción de una patria independiente que supo y sabe siempre hacerse presente.
Los conceptos de Revolución y Patria se han utilizado, a través de la historia argentina, de maneras muy disímiles y hasta incluso contradictoria. Diversos sectores sociales y políticos han hecho en nombre de la Patria la justificación de atrocidades nunca antes vistas.
Pero a doscientos años de aquel 25 de mayo de 1810, gesto genuino de Revolución y Libertad, estos conceptos parecen conciliarse solidariamente. En esos tiempos en los cuales la comunicación a grandes distancias no era una oportunidad sino un problema, un grupo de personas tuvieron las agallas de proceder coherentes a sus ideas y principios, llevando a cabo un emprendimiento arriesgado pero que delimitó un comienzo claro y abrió la primera página de la historia de nuestra patria.
La Primera Junta de Gobierno significó y significa el inicio de una identidad que nos asocia con la posibilidad de estar de acuerdo y en desacuerdo pero aún así sostenerse unidos a una causa común. Las diferencias de opinión entre morenistas y saavedristas fundaron la libertad de pensamiento y la posibilidad de manifestarlo.
En los decenios posteriores ese binomio de opuestos se ha reiterado en nuestra historia tomando distintos nombres y formas: unitarios y federales; pro monárquicos y republicanos, socialistas y liberales; peronistas y oligarcas; progresistas y conservadores; dictadores y demócratas; etc. Aún hoy persisten formas claramente opuestas de concebir la política sin dejar de lado el inmenso valor de una democracia joven pero continua y vigente.
1810 se nos hace presente en un mundo análogo al de entonces porque las intenciones de sujeción de una Nación a otra no han desaparecido sino que han mutado, y así retorna a las discusiones actuales un nuevo deseo de emancipación similar al de antaño.
Aquellos Hombres de Mayo, esos actores sociales revolucionarios que tan llenos de vida hoy cumplen su Bicentenario se nos imponen con aquel deseo libertario de romper las cadenas de las dependencias políticas y económicas, y el ardiente deseo de una América Latina libre y unida.
Enarbolando las banderas de la paz, la democracia, la libertad de conciencias de todo sesgo dogmático, el acceso al trabajo digno, a la salud y la educación pública, se haga la patria que realmente nos merecemos: NUESTRA PATRIA.

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